Diana se bajo del
taxi, apremiando a su marido, para que también lo hiciera lo antes
posible.
Habían llegado por
fin al aeropuerto, y ella tenía prisa por ponerse en la cola, para
embarcar las maletas, conseguir sus asientos y empezar a relajarse de
una vez.
Llevaban mucho
tiempo esperando estas vacaciones, se les había hecho bastante difícil
organizar todo, dejar a la niña con los abuelos, conseguir las fechas
de descanso los dos la misma semana, y convencer a su marido de que por
una vez, irían a un sitio tranquilo, a Canarias, sin otro objetivo que
disfrutar del buen tiempo, tumbarse en la playa y dejar que pasara el
tiempo. Nada de senderismo, nada de visitas a la ciudad, de excursiones
organizadas, nada de salir a un restaurante, nada de nada, simplemente
quedarse en el hotel, donde estaba todo incluido, precisamente para
escapar a otro tipo de experiencias, que, por lo menos aparentemente
por una vez, según su gusto, iba a conseguir
Además, ahora,
precisamente ahora, la ola de frio que padecían, parecía que podía
traer problemas con los vuelos, y aunque cuando llegaran a su destino,
el frio y la nieve de casa les haría sentirse muy a gusto en la playa,
hasta arribar a sus destino podría ser un problema añadido. Por eso,
apremiaba más a José, para que se diese prisa con las maletas, y
consignarlas de una vez, pero cuando llegaron a la fila que les tocaba,
sintió la primera decepción del dia, era enorme, la más larga de todo
el aeropuerto, y parecía que no avanzaba mucho. Como eran dos filas
diferentes, para el mismo vuelo, le entro la duda que siempre surgía en
esta situación, en cual de las dos filas ponerse, pero su marido llego
con el carrito de las maletas, y se posiciono en la que estaba mas
cercana, según su sentido de llegada, así que se resigno, pensando que
seguro que la otra iba mas rápido, y se situó junto a su marido
dispuesta a padecer el tiempo de espera.
Al poco tiempo
constato que sus sospechas se hacían realidad, la otra fila avanzaba
mucho mas rápido, y para no enfadarse mas con José, lo mando a comprar
los periódicos, y alguna revista, con la excusa de perderlo de vista un
rato, y no agobiarse con el por la mala elección realizada.
Mientras esperaba
a su marido, hizo tiempo fijándose en la gente que estaba esperando en
la cola con ella. Era una costumbre que tenia desde siempre, desde muy
niña, y conforme se hizo mayor, la retuvo y la acentuó: se fijaba en la
gente, en su forma de vestir, de hablar, de comportarse, de reaccionar
ante pequeños detalles y situaciones, y a partir de esto, se hacia su
análisis de situación de cómo serian esas personas.
En la fila
contigua, se fijo primero en una pareja madura, de unos cincuenta años,
un poco abandonados físicamente, pero con ropa elegante y cara. Diana
elucubro que probablemente viajaban al sur, a recuperar un poco de
calor, del calor del buen tiempo y del sol, pero también para volver a
sentir algo de su pasión interna. Apenas hablaban, ni se miraban ni
comunicaban, pensó, que seria difícil que recuperan algo de su pasión,
si seguían en esa actitud. Después de fijo en una pareja bastante mas
joven, que se encontraban bastante acaramelados. Seguro que se trataba
de un par de novios, que iban de luna de miel, y que en este viaje
alcanzarían su cenit pasional, para empezar a ceder poco a poco a la
rutina de la vida en pareja, y a la monotonía que ello conllevaba. Tras
ellos se encontraban un grupo algo más heterogéneo, dos chicas que
parecían extranjeras, y un chico hablando con ellas. No estaba muy
seguro que fueran un grupo en si, quizás el chico, estaba aprovechando
la espera, para intentar ligar con ellas. El chico se veía muy lanzado
y muy seguro de si mismo, y las dos chicas se mostraban muy receptivas.
Viendo a lo lejos
acercarse a su marido, se puso a compararse a ellos mismos como pareja,
con los tres ejemplos que había visto. Desde luego, después de 5 años
de noviazgo, y diez de matrimonio, su situación no se podía comparar a
la de los novios de luna de miel, sino mas bien a la pareja madura, que
parecían que iban a recuperar algo quizás perdido para siempre. Incluso
la actitud de José hacia ella, se parecía a la de aquella pareja, una
actitud distante e incluso un poco fría, aunque después de tanto tiempo
era un poco lógica. Se pregunto a ella misma cual seria la actitud, que
si ella pudiera elegir, preferiría para su marido, y tras dudar un
momento, descarto a la de la pareja de novios. Tanto amaneramiento y
caramelosidad le parecían un poco excesivos, tras tanto tiempo de
relación, preferiría la frescura y la procacidad que usaba el chico con
las dos chicas, el atrevimiento, el descaro.
Cuando llego José,
le dijo que avanzara, que se estaba quedando atrás. Efectivamente,
enfrascada en sus pensamientos se había quedado un poco retrasada,
aunque tampoco le gusto mucho el tono en que se lo había dicho su
marido. Finalmente, tras unos minutos mas de espera, pudieron consignar
sus maletas, y conseguir dos asientos juntos, lo cual, considero como
una buena señal de comienzo, ya que aunque era lo lógico, no siempre
era lo habitual.
Tras pasar el
control de pasajeros, y los desagradables inconvenientes, a los que
últimamente sometían a los viajeros, se sentaron en una cafetería, a
esperar los 45 minutos de rigor hasta el embarque. Mientras su marido
se envuia en la lectura de la prensa, ella mas ávida y curiosa, no
dejaba de fijarse en la gente.
Se sorprendía de
lo elegante y original que iban la gente en los aeropuertos. Aunque
ella viajaba frecuentemente por temas profesionales, nunca dejaba de
prestar atención a la manera de ser de la gente cuando viajaban, como
se vestían, como intentaban ser elegantes, llamar la atención,
sobresalir. De hecho ella tenia algunas teorías al respecto, que muchas
veces comentaba con sus compañeros, si quieres ir a un sitio a ver
gente elegante, vete a un aeropuerto, y se preguntaba a si misma, que
pasaría con esa gente, cuando llegaran a casa, cuando se
desmaquillaran, cuando se quitaran los modelones y los taconazos,
cuando se desabrocharan los wonderwras y las fajas. De hecho, muchas
veces se sorprendía, si entraba al servicio de lo que se demoraban las
mujeres en el, no solo en hacer sus necesidades, sino también después
en darse sus retoques, en terminar de arreglarse. Muchas veces, Diana
se sentía un poco vouyeur, y se entretenía, fijándose en como
terminaban las mujeres estos detalles, o si se sentaba cerca de un
aseo, cronometraba mentalmente a las personas que entraban, sobre todo
si alguna le llamaba la atención, igual que fuese hombre o mujer, y se
preguntaba que estarían haciendo para tardar tanto. Entre sus fantasías
sexuales, se encontraba hacerlo en un aseo, o en un sitio semipúblico,
aunque a José eso no le hacia mucha gracia, o mejor dicho ella pensaba
que no le hacia tanta gracia. Ella también manejaba sus teorías sobre
las fantasías sexuales, y hablaba mucho sobre ellas con sus amigas,
aunque apenas con José. Mantenía, que si se realizaban esas fantasías,
ya perdían esa categoría, y además, normalmente, no llegaban a la
altura de lo deseado, por eso, sostenía, que muchas veces era mejor
dejarlo en eso, en simples fantasías, a las que recurrir en
determinadas situaciones. Sumida en esas reflexiones, un inesperado y
desagradable anuncio de megafonía la interrumpió:
Sras y sres.
Pasajeros, el aeropuerto anuncia el retraso del vuelo IB2427 a
Canarias, debido a las inclemencias del tiempo. Permanezcan atentos a
la espera de nueva información.
J: Vaya, lo que
faltaba
D: Ya me lo estaba
temiendo, la borrasca esta no tenía buena pinta,
J: Y ahora que
hacemos?
D: Pues me temo
que no tenemos muchas alternativas más que esperar� y desear que se
mejore el tiempo
J: Ya te avise que
irnos de vacaciones, ahora con este tiempo, no era una buena idea
Diana se enfado
mucho con esa respuesta de su marido, y le respondía airadamente
D: A veces, hasta
las malas ideas son mejores que ninguna idea, ya te valdría a ti tener
alguna de vez en cuando
José recibió ese
comentario con cara de circunstancias, y se enfrasco en la lectura del
periódico. Entonces ella escucho el sonido de entrada de un mensaje en
su móvil. Era un número desconocido para ella, y cuando lo abrió se
sorprendió con el contenido:
�Parece q no t lo
estas pasando muy bien, t apetece una visita al reservado para
desestresarte?�
Diana enrojeció al
leerlo, e inmediatamente levanto la vista para intentar localizar al
emisor. Tras una ojeada escrutante al amplio salon del aeropuerto, su
mirada se cruzo con el rostro sonriente del chico al que antes había
visto en la cola con las dos extranjeras.
Antes que pudiera
reaccionar, su marido le pregunto
J: Quien era
Diana, aliviada
porque no había apartado el periódico, y no pudo darse cuenta de su
estado de azoramiento, le respondió.
D: Nada, una de
esos mensajes de publicidad, ya sabes�
Inmediatamente, de
una manera casi impulsiva, respondió al mensaje:
�Vete a la mierda,
pervertido�, tras esto le dijo a su marido
D: Me voy a dar
una vuelta por las tiendas, si te vas a mover, avísame
J: De acuerdo
Tras esto, se
levanto, y sin ni siquiera mirar, ni a su marido, ni al chico, y se fue
hacia las tiendas. Se sintió muy liberada, de poder estar un rato sola.
Habían sido demasiados sobresaltos de golpe. Primero el retraso, luego
la recriminaciones de su marido, y por último el mensajito, necesitaba
poner un poco de orden en su cabeza.
Se dirigió al área
de duty free, y aunque intentaba concentrarse en buscar algún perfume,
no conseguía quitarse el mensaje de la cabeza. Al principio se
preguntaba como habría conseguido el chico su número de teléfono,
aunque luego cayo en la posibilidades que la tecnología blue tooth, sin
cable, ofrecía. Seguramente, el chico había pasado cerca suya, y había
contactado con tu terminal de teléfono mediante esa vía, aunque nada
podía asegurarle a el, que ese era realmente su teléfono, y menos, en
un sitio como el aeropuerto, donde todo el mundo llevaba sus teléfonos
conectados.
Ese pequeño
detalle, esa audacia del chico, ese atrevimiento, la hizo reflexionar
un poco. Desde luego el chico se había fijado en ella, de eso no le
cabía duda, cuando levanto la mirada tras recibir el mensaje, el la
estaba mirando de una manera sonriente y simpática. Cuando se refería a
si misma en sus pensamientos al chico, lo hacia consciente de su
diferencia de edad. Diana tenia 38 años, y aunque se castigaba en el
gimnasio y corriendo y haciendo, cuando su familia y el trabajo le
dejaban un poco de tiempo libre, se consideraba aún en buena forma, lo
cual no quitaba que esa temible frontera de los cuarenta, se acercara
inexorablemente, de una manera cada vez mas rápida.
Y no era ella
misma quien se consideraba en buen estado, estaba acostumbrada a que en
algunas ocasiones, los hombres se volvieran a mirarla, o le prestaran
especial atención en las reuniones de trabajo, a nivel ejecutivo, en la
que la mayoría de los participantes eran varones. Ella era consciente
de su atractivo, aún a pesar de esa edad, a la que ya estaba llegando.
Por eso se sintió
especialmente molesta por el mensaje. Que esperaba el chico, que al
recibir el mensaje, ella lo dejaría todo, y se lanzaría a sus brazos,
bragas en mano, para entregarse entera�Diana no entendía la evolución
que el concepto de la seducción y la conquista estaba teniendo
últimamente: citas a ciegas, chats, perfiles por internet, paginas de
contacto, sms�todo eso se apartaba de su ideal de la seducción, que se
ajustaba a parámetros bastante clásicos: encuentros visuales, sonrisas,
miradas cómplices, algo mas elaborado que un simple mensajito de móvil,
y aunque se daba cuenta que estos valores, sus valores clásicos estaban
hoy en dia en decadencia, ella no estaba dispuesta a dejarse avasallar
por los nuevos tiempos, definitivamente no.
Para apartar todo
esto de su cabeza, se impuso a si misma la idea de comprar un perfume,
de cambiar el suyo, o al menos de buscar uno alternativo para algunas
ocasiones especiales. Tras dejarse aconsejar por una vendedora, y tras
probar varios diferentes, finalmente se decidió por el nuevo de Versace
y aunque el precio no era lo que se podía denominar como asequible, se
convenció a si misma, pensando en su desahogado sueldo, y considerando,
que a pesar del retraso y los problemas, se iban de vacaciones, y la
mejor manera de comenzarlas, era con la satisfacción y el subidon
personal que a una mujer le da permitirse un caprichito.
Con el paquete de
perfume en la mano, y otro ánimo de espíritu, se percato que ya había
pasado casi una hora, y volvió en busca de su José, con la idea retomar
la conversación de seducirlo en la cabeza, y con el perfume como
instrumento de seducción, pero cuando llego a la zona de bares donde
había dejado a su marido, se llevo una tremenda sorpresa.
Su marido esta
charlando animosamente, con el chico del mensaje, en un tono
aparentemente muy relajado y risueño, con varia botellitas pequeñas de
licor, de las que servían en los aviones, vacías sobre la mesa.
Diana se asusto un
poco ante este panorama, pensó incluso en dar la vuelta, y volverse a
las tiendas, durante unos segundos, pero inmediatamente se sobrepuso.
Pensó, que tenía que volver con su marido y afrontar la situación con
serenidad y aplomo. Ella era una mujer madura, y con mucho mundo, y no
iba a dejar que el muchachito tomara la iniciativa.
Se acero hasta
ellos, evitando que la vieran llegar, y cuando estaba al lado,
interrumpió su conversación:
D: Vaya, paree que
la fiesta ha empezado sin mi, que estais celebrando?
Los dos hombres se
volvieron sorprendidos, y su marido al reconocerla, le respondió jocoso
J: Bueno, ya
sabes, si una mujer se va de compras, es mejor prepararse para una
larga espera
D: Ya veo que
incluso has aprovechado para conocer gente, por lo visto te aburres
bastante, no?
J: Mira este es
Pedro, me cruce con el, y casualmente vuela con nosotros, ella es
Diana, mi mujer
Pedro se levanto,
dispuesto a darle dos besos, según el típico saludo, pero ella se
adelanto, y le tendió la mano, en un gesto firme, que no le dio la
oportunidad a alternativa alguna;
D: Hola, ya has
escuchado a mi marido, soy Diana, como estas?
P: Hola, yo me
llamo Pedro, y creo que nos conocemos de algo, no?
Pedro, le dijo
esto, sosteniéndole la mano, alargando el apretón, y amortiguando un
poco la sensación de pequeño triunfo que Diana había experimentado al
imponerle su saludo�
D: No, no creo,
soy muy receptiva para las caras, y si te hubiera conocido antes,
seguro que me acordaría de ti�
Tras decir esto,
dudo un poco, no estaba segura que el pudiera darle un doble sentido a
su frase�
P: Bueno, espero
que a partir empecemos una bonita relación de amistad�, tal y como
hemos hecho tu marido y yo�
Diana escucho las
risas de su marido, y sonrió ella también�
J: Es verdad, en
este rato que llevamos juntos, hemos coincidido en muchas cosas, es
increíble que fácil es hacer amigos, mientras esperas un retraso de un
vuelo, ja, ja, ja.
Diana notaba que
su marido estaba un poco entonado, y no pudo dejar de comentar:
D: Claro, también
es fácil hacer amigos, con una copa de mas, no?
P: No piensas mal
de nosotros, es cortesía de la compañía aérea, para hacernos más amena
la espera, nos han invitado a una copa, quieres tomarte tú también
algo, tenemos más invitaciones?
D: No gracias, no
hace falta, espero que el retraso no dure mucho mas�
P: Cualquier cosa
que podamos hacer para hacer la espera mas amena, no dudes en
pedírnoslo, no José?
J: Claro, claro.
Pedro le había
dicho esto, mirándola a los ojos, con una mirada clara y firme, segura
y radiante, y aunque había usado a su marido como supuesto apoyo para
esa en teoría amable oferta, no había dejado de mirarla, y aunque ella
intento sostener su mirada, la intensidad de la misma, y la carga de
profundidad que sabia que tenia, hizo que no pudiera aguantarla, como
en principio había sido su objetivo�
D: No te
preocupes, estoy acostumbrada a esperar
J: Pedro esta
acostumbro a viajar, y opina que quizás esta espera puede hacerse un
poco larga
D: Bueno, en ese
caso hay que relajarse, no ponerse nerviosos, y prepararse para la
espera
P: Eso mismo le
estaba diciendo a José, que hay que relajarse, y hacer la espera lo mas
llevadera posible.
Diana volvía a
sentir la mirada intensa de Pedro y empezó a preocuparse un poco, creía
que se estaba poniendo un poco pesado, pero tampoco quería montar
ningún escándalo delante de su marido, así que intento cambiar de tema.
D: Y como es eso
que viajas tanto?
P: Es por mi
trabajo, soy consultor turístico, y trabajo para las grandes cadenas de
hoteles, y a cada tanto me toca visitarlas, para instruirles sobre
nuevas técnicas y adelantos, todo orientado a la satisfacción de los
clientes..
Pedro, dijo esta
última frase, en un tono tan especial, que Diana volvía a sentirse
aludida..
J: Si ya me ha
dado un par de consejos muy interesantes, sobre lo que podemos hacer
para sacarle mas partido a nuestra estancia. además conoce el hotel
donde nos quedamos y me ha recomendado un par de atracciones
especiales, ya veras
Pedro asistía
sonriente a esta conversación. José estaba creando una especie de halo
especial sobre el, dándole unas capacidades, que le hacían sentirse muy
seguro, y el, muy consciente de eso, parecía que aumentaba su aurea
personal.
fijándose en el
paquete envuelto que traía del duty free le pregunto:
P: Y tú que has
comprado?
Diana se mostró un
poco reacia a enseñárselo, al fin y al cabo había comprado el perfume
para ella y para su marido, y no le apetecía nada enseñárselo al
muchachito.
D: No es nada, un
perfume..
Entonces su marido
curioso le pregunto.
J: Déjame verlo,
es el de siempre?
Diana vio un
brillo en los ojos de Pedro, y a continuación comprendió su pregunta.
P: Cual el es
perfume que usa tu mujer, José?
Ella sabia que su
marido no sabría acodarse de su perfume, y espero divertida su
respuesta
J: la verdad, no
lo se, casi todos huelen igual
P: Bueno, cada uno
corresponde a un tipo de mujer, déjame que adivine cual te has comprado
Diana
D: No creo que lo
sepas, además, el que he comprado no es el de siempre, es uno diferente
Se arrepintió en
seguida de haberle dado esa respuesta, seguro que era capaz de sacar
alguna información extra de ella.
P: Bueno, cuando
una mujer cambia su perfume, es que hay algo en su interior que le dice
que algo tiene que cambiar en su vida, no es cierto Diana?
Diana empezó a
sentir que estaba cediendo un poco de terreno ante aquel chico, la
insistencia que tenía en dirigirse a ella por su nombre, la sutileza
con la que manejaba la poca información que le daba, hacían que su
actitud de resistencia empezara a resquebrajarse un poco.
D: No, no es nada
de eso, simplemente quería probar otra cosa
Su marido
interrumpió su frase, para ponerla en evidencia.
J: Bueno, déjanos
ver que es lo que has comprado
D: No hace falta
abrirlo aquí, ya lo veras en otro momento.
J: Venga mujer,
ábrelo de una vez�
Pedro observaba
risueño esa pequeña discrepancia de pareja, y como ella notaba que su
marido, animado por la ingesta de alcohol, no se iba dar por satisfecho
hasta que se saliera con la suya, finalmente cedió, un poco enfadada.
D: Esta bien, hay
lo tienes, ábrelo tu mismo.
José, satisfecho
como un niño pequeño que se sale con la suya, cogio el paquete y lo
abrió. Cuando Pedro vio la marca, comento:
P: Versace, me lo
había imaginado, para la mujer que busca nuevos retos, te pega bastante
Diana se ruborizo
cuando lo escucho, efectivamente, ese era el lema de la publicidad del
perfume que había comprado, y el podría imaginar cualquier cosa al
respecto, en relación con el mensaje que había mandado�
Mientras tanto, su
marido, abrió el frasco, y apretando el pulverizador, y echando un poco
en su mano dijo
J: Vamos a ver
como huele
Pedro disentio,
agitando la cabeza negativamente, y comento
P: Así no se hace
para saber como huele un perfume, me permites?
Aunque estaba
hablando con José, miraba a Diana,
J: Claro, claro
P: En primer
lugar, el perfume genera un olor especial en contacto con cada piel, y
los de mujeres, solo han de usarse con pieles de mujeres, y en segundo
lugar, el perfume no debería entrar en contacto directo con la piel, y
aunque pregunto mirando a Diana, fue su marido el que respondió
P: Puedo
J: Si claro
Entonces tomo la
mano de Diana, y alzo un poco la manga de su vestido, para a
continuación disolver una pequeña cantidad de perfume en el aire, y
agitarle la mano, con la parte interior de la muñeca de ella hacia
arriba, para que esta se impregnara del perfume, que flotaba en el
aire.
Diana se dejaba
hacer muy sorprendida por la iniciativa de Pedro, y enfadada con José,
por responder a preguntas que iban dirigidas a ellas. El muchachito,
estaba empezando a vencer sus defensas, la manejaba como si fuera una
niña, y la verdad es que no dejaba de tener cierto encanto.
A continuación,
tomo su mano, sin pedir permiso esta vez, y se la acerco a José
P: Huela ahora, a
ver que te parece
José tomo la mano,
y oliéndola afirmo
J: vaya, mucho
mejor que antes, muy buena elección
Una vez que José
olió a su mujer, Pedro, manejando muy bien la situación, le pregunto,
claramente a el, si le permitía olerla.
Diana se sentía
fuera de juego, en una especie de divertimento, en la que ella era la
protagonista, pero no tenia oportunidad, de jugar ningún papel, pero
esa sensación, estaba generándole un malestar hacia su marido, que
consentía ese juego, y una ligera simpatía hacia Pedro, que era capaz
de convertir cualquier sencillo acto, en una ceremonia vistosa y
llamativa.
Pedro, tomo su
mano, y el contacto con sus dedos, le resulto electrificante, no sabia
si existía esa palabra, pero era una mezcla de electricidad y una
sensación edificante. Suavemente, acerco su mano hacia su cabeza, que
inclino ligeramente, para acercarla a su muñeca, y a continuación
aspirar su olor intensamente.
A su vez, ella
noto como el había aprovechado ese movimiento para acercar su pierna a
su rodilla, y establecer un primer contacto bajo la mesa. Sencillamente
estaba como enganchándose a nuevas sensaciones, por encima de la mesa
se sentía sutilmente olida, y por debajo, sensualmente tocada, estaba
completamente fuera de juego.
P: Tu mujer huele
deliciosa, José, si estuviera aquí sola, no dudaría en hacerle una
proposición indecente
J: Ja, ja, ja, ya
te dije Diana, que Pedro es muy divertido
Diana, se sonrió y
no se atrevió a abrir la boca. Conociéndose como se conocía, sabia, que
su voz hubiera sonado quebrantable, tal y como se encontraba ahora su
voluntad, y su firmeza. No sabia que hacer, ella que cinco minutos
antes había llegado, con la mano por delante para impedir cualquier
contacto, se encontraba ahora, en las manos de Pedro, literalmente
hablando, y rodilla con rodilla bajo la mesa, fuera del alcance visual
de su marido, y lo que aún era peor, sin una voluntad clara de como
podía terminar con esa situación.
P: Y, tu, ya sabes
que hacer cuando quieras entregarte a tu marido, vestida solamente con
el perfume, no?
José, que con las
copas que llevaba encima, estaba perdiéndose la sutileza de la
conversación, pregunto despistado
J: Como te puedes
vestir solo con el perfume?
Diana sentía que
la tensión subía hasta su cabeza, y que su cara enrojecía, el muchacho,
Pedro, le estaba diciendo como debería impregnarse de perfume, y se
imagino a si misma, desnuda, en el cuarto de baño, echando el perfume a
aire, y sumergiéndose en esa mezcla, vistiéndose con ese aire, con esa
emulsión de perfume disuelto, y se sentía muy sexy, para a la vez se
sentía desnuda, delante de Pedro, que seguía sosteniendo su mano boca
arriba, y había empezado un movimiento de sus dedos, por la parte de
abajo, sin que su marido pudiera verla, que la estaba poniendo muy
nerviosa
J: Bueno, como
nadie contesta creo que voy a tomarme otra copa, queréis algo?
Cuando ella
escucho eso, sintió un ataque de pánico, no tanto por que su marido
siguiera bebiendo, que también, sin sobre todo por quedarse a solas con
Pedro. Sabia que su voluntad empezaba a quebrantarse, que su espíritu
comenzaba a flaquear, y no quería de ninguna manera pasar por ese
trance, así que rápidamente respondió
D: José, no crees
que ya has bebido bastante, pronto tendremos que volar, y no se como
reaccionaras, en el avión, si sigues así
J: Vamos cariño,
no sabemos cuanto tiempo mas vamos a estar aquí, y mientras mas amena
hagamos la espera, menos nos molestara la situación
P: Claro mujer,
además nunca mas vas a estar en la situación de que una compañía aérea
te invita, deberías aprovecharlo
Diana se estaba
viendo acorralada, su marido y Pedro la estaban llevando a una
situación sin salida, bajo ningún concepto quería quedarse a solas con
Pedro, y tampoco quería tomarse ninguna copa. Se le ocurrió una idea
con la que al menos ganar un poco de tiempo..
D: Esta bien
Pedro, ya que tanto insistes, no te importaría ir tú mismo a buscar
algo para mí
P: Claro que no,
será un autentico placer, que vas a tomar
D: Lo mismo que
vosotros, no voy a ser menos�
P: Y tu José?
J: Siguo con lo
mismo
P: Muy bien,
enseguida estoy de vuelta
Diana, asintió y
cuando se volvió para dirigirse al bar, no pudo evitar fijarse en su
culo�aunque su marido enseguida la saco de sus consideraciones�
J: Me alegro que
te unas a nosotros, cariño, veras que amena se nos hace la espera
Ella se concentro
de nuevo en su marido, y no pudo evitar expresarle su enfado, por todas
las situaciones y por el juego morboso, que según su parecer había
propiciado
D: José, estoy muy
enfadada contigo, no creo que te estas comportando correctamente, desde
que has llegado no has hecho mas que recriminarme por el viaje,
emborracharte, y juntarte con extraños, te parece eso una bonita manera
de empezar una vacaciones?
J: Creo que te
equivocas, no estamos haciendo nada malo, solo estamos haciendo más
amena la espera, y además Pedro no es ningún extraño, es un tipo muy
simpático, no crees?
Diana lo miro muy
enfadada, se daba cuenta que estaba hablando bajo los efectos del
alcohol, y además, no quería ni podía contestarle a lo que ella creía
de Pedro, cuando estaba pensando en esto, su culo se le vino a la
cabeza�
D: Sabes lo que te
digo, me voy a dar una vuelta, no os aguanto
Se levanto, y se
dirigió a la zona de tiendas. De nuevo intento evadirse, buscando algo
para comprar, aunque se tratara de un tópico, cosa que a ella no le
gustaba mucho, necesitaba poner su cabeza en otro sitio, habían sido,
esta vez definitivamente si, demasiadas sensaciones, demasiadas
emociones, que no eran necesarias para ella.
Se maldijo a si
misma, por sentir que había entrado en un juego, al que no quería
jugar, estaba participando en una guerra en la que tenia mucho que
perder, y poco que ganar
Lo curioso del
caso, es que había empezado muy bien, le había contestado adecuadamente
al mensaje, no había querido besarlo al saludarlo, pero desde entonces
las cosas habían empezado a ir mal, en parte por la actuación un tanto
imbecil por parte de su marido, en parte por el encanto y el saber de
estar de Pedro, aunque al pensar en el en esos términos, en Pedro, el
lugar del muchachito, o el muchacho, tal y como pensaba de el al
principio, sentía que estaba cediendo, que estaba claudicando, y no
quería, no podía hacer eso.
Vio una Boutique
de ropa cara, y se metió en ella, dispuesta a mirar ropa, a comprar lo
que hiciera falta, a gastar el dinero que fuera, con tal de quitarse
cualquier otra idea de la cabeza.
Había un vestido
muy bonito, y un pantalón vaquero que quiso probarse. El vestido no le
quedo muy bien, en eso coincidieron tanto la vendedora como ella, pero
luego el pantalón le quedaba que ni pintado. Le hace un culo estupendo,
fue el comentario que le hizo la vendedora, y ese simple comentario
basto para que la imagen del culo de Pedro volviera a su cabeza.
Tuvo que pensar en
algunas conversaciones sobre culos y fantasías que había tenido
últimamente con sus amigas.
Ella tenía una
teoría sobre las fantasías sexuales, en las que discrepaba con sus
amigas. Para ella, cada persona, manejaba en su vida dos o tres
fantasías sexuales como máximo, que iban y venían, que podrían
mezclarse entre ellas, aparecer con mayor o menor intensidad, pero al
fin y al cabo eran siempre las mismas.
Sus amigas
opinaban lo contrario, que las fantasías podían cambiar a lo largo de
la vida, y que podía haber infinidad de ellas.
También discrepaba
con sus amigas en cuanto a la calidad, al sentido de las mismas. Sus
fantasías eran ambiguas, intangibles�,sin embargo la de sus amigas eran
un poco mas materialistas, por decirlo de alguna manera, simplemente un
buen culo de hombre.
Hasta hoy ella
había considerado esas fantasías un poco infantiles, algo vacuas, pero
el culo de Pedro la estaba haciendo cambiar de opinión, ahora sentía
que un culo de hombre, el culo de Pedro también podía ser una fantasía
sexual, y allí sola, en el probador, mirando como le quedaban los
vaqueros, y recordando el culo de Pedro, embutido en sus vaqueros, se
le estaba subiendo un poco el tono, y aunque podía sentir algo, que no
quería definir, pero si alguien le hubiera dicho que era excitación no
podría negarse en modo alguno a ello, si se tratara de ser sincera, de
igual modo, siendo sincera consigo misma, le disgustaba esta situación,
porque ella era una mujer a la que le gustaba mantener el control sobre
todas las cosas, y por encima de todas las cosas, sobre ella misma, y
eso no era lo que estaba pasando.
No podía dejar de
pensar, en sus otras fantasías sexuales, y en la manera que tenia de
tratarlas. Para ella sus fantasías siempre habían sido situaciones
morbosas y excitantes, hacerlo en un sitio mas o menos público, hacerlo
con un desconocido, hacerlo con un hombre mas joven que ella, pero
siempre había mantenido que las fantasías tenían que quedarse en eso,
en fantasías.
Su
profesionalidad, era lo que marcaba su forma de ser, ella, ante
cualquier situación, requería información exacta y precisa, que ella a
su vez, manejaba, estudiaba, y aportando su contribución, redefinía y
enviaba a sus jefes, que apreciaban su pulcritud y exactitud, sin
embargo odiaba la información intranscendente, los borradores.
Así, en ese
sentido, sus fantasías sexuales eran como borradores, que solo servían
como comienzo de algo realmente útil, pero ahora se daba cuenta, que
todas estas situaciones que manejaba en forma de borrador, podían
llevarla a algún sitio.
Si juntaba todas
las piezas del puzzle de sus fantasías, aparecía la situación que
estaba viviendo, estar en un sitio más o menos público, un
semidesconocido, haciéndole proposiciones deshonestas, un buen culo�
Pero no, ella no
podía acceder a esto, no podía permitirse el lujo de transigir en sus
convicciones mas profundas�
Nada que ver con
las fantasías de los hombres, con la de su marido, por ejemplo. Ella ,
para que el aceptara el viaje, tenia que haberle prometido, que le
dejaría probar su culito, intentar oradar su ultimo vestigio de
virginidad, aunque, para ser sincera, dudaba de la capacidad y sobre
todo de la firmeza de su marido, para lograr este fin
Al mismo tiempo
que pensaba todo eso, probándose los pantalones en el probador, se los
subió un poco inocentemente, y pudo notar el contacto de la costura de
los vaqueros, con su entrepierna, lo que la provoco un escalofrió, que
ahora si que asumía abiertamente como una señal de excitación, no solo
por el contacto en si, sino por la situación, encontrarse ella sola en
el probador, pensando en el culo de un hombre, que no paraba de
insinuársele, que le proponía cumplir todas sus fantasías sexuales. Tal
vez no estuviera tan mal, llevarlas a cabo, se sorprendió pensando en
eso, aunque asumiendo que podía ser una cosa factible y placentera.
Imbuida en esas
reflexiones, en el probador, escucho como un nuevo mensaje entraba en
su móvil, y se estremeció al pensar en el contenido del mensaje.
Respiro
profundamente, para tranquilizarse y coger fuerza, y pensó que si el
mensaje le proponía un punto de encuentro, iba a dejar todas sus
precauciones de lado, e iba a aceptar la cita, a la mierda su marido,
al diablo sus cautelas, al cuerno con su prudencia.
Se sentó en la
banqueta del probador, se sentía excitada, enardecida, si porque no
pensarlo, cachonda perdida. Se quito los pantalones, y el roce que le
generaba el asiento con los movimientos de bajarse los pantalones la
enardeció aún más. Estaba casi jadeando, no se reconocía a si misma.
Tomo el móvil, y
abrió el mensaje, dispuesta a todo, pero el contenido la descoloco
totalmente:
Me vas a pedir que
te folle delante de tu marido, pervertida.
Diana se enfado
mucho cuando lo leyó, que pretendía este hijo de puta, este cabronazo.
Hubiera bastado un simple te espero en los servicios de minusvalidos, o
nos vemos en los probadores, pero el pervertido no tenia bastante con
eso, quería seguir degradándola, que se habría creído, a la mierda con
el, no le iba a permitir que le tocara ni un solo pelo, ya vería el
desgraciado con quien estaba topando.
Se puso el vestido
y el abrigo, y devolvía los vaqueros a la dependiente, y con una excusa
cualquiera le dijo que no le gustaban
Cuando regresaba
hacia la zona de bares, escucho el anuncio de salida de su vuelo, y
francamente se alegro mucho de ello. El aeropuerto se estaba
convertiendo en una sala de esperas agobiante, condicionada por todo lo
que le estaba pasando, y la situación se estaba convirtiendo en un
trance insoportable para ella, la estaba ahogando, y por fin parecía
que habría una salida, aunque al llegar adonde estaban los hombres lo
que vio no le gusto mucho.
Su marido había
seguido bebiendo, pudo ver un par de botellitas más sobre la mesa, y
conociéndolo, sabia que su comportamiento podía ser impredecible. Por
el contrario, Pedro aparentaba serenidad y frescura. Al llegar se
encontró con las recriminaciones de su marido.
J: Vaya, por fin
llega nuestra princesa, ya estábamos pensando en irnos sin ti�
Diana, al
reconocer su tono, y confirmar sus temores, no quiso entrar en la
discusión.
D: Esta bien,
entonces vamos�
J: Vamos, Pedro,
para la sala de embarque
Diana miro a Pedro
y asintió con la cabeza. No quería ahora discutir con el marido, pero
tenia ciertos resquemores de cómo podía terminar todo aquello.
Cuando se dirigían
al mostrador de embarque, Pedro, en un inciso, sin que lo oyera José se
dirigió a Diana
P: Creo que José
ha bebido un poco mas de la cuenta, si lo ves conveniente, os acompaño
y me siento con vosotros�
Diana no quiso
contestarle, sabia que cuando su marido bebía perdía el control, y que
poco después no tardaría en dormir profundamente, si ella conseguía
llegar a los asientos, con el todavía despierto, el mayor peligro
habría pasado, y ya no necesitaría a Pedro, pero si su marido empezaba
a desfasar antes, iba a necesitar ayuda, pero eso significaba
comprometerse y no quería darle la mínima concesión al muchachito
D: No te
preocupes, todo esta bien�
Cuando llegaron al
mostrador de embarque, ya se había formado una cola de gente, y estaban
empezando a entrar, así que se sentaron los tres juntos, en los
asientos de espera
A los cinco
minutos, cuando la cola avanzaba, el estado de José se deterioraba, se
encontraba cansado y poco activo
Pedro, se percato
de la situación, y tratando de sacar ventaja y se levanto dispuesto a
despedirse de ellos
P: Bueno, yo me
voy para el avión, encantado de conoceros, y os deseo un buen viaje�
Diana, al verse
sola, con su marido fuera de control, dudo un poco, pero pensó que si
no cedía, sus vacaciones podrían irse al traste
D: Bueno, quizás
podrías ayudarnos a subir
P: Claro, por ti
haría cualquier cosa, encanto.
Diana se sintió un
poco humillada, con su marido fuera de control, y una vez que ella
había empezado a claudicar, Pedro empezaba a aprovecharse, y a usar un
lenguaje, que ni a ella le gustaba, ni su marido permitiría, pero este
no estaba en condiciones de enfrentarse a nada, ni ella en condiciones
de exigir, así que tragándose su orgullo, se limito a decir
D: Gracias
Se levanto, y
entre ambos ayudaron a José a ponerse en la cola. Pedro le dio un par
de tortas, y le explico que tenia que sobreponerse y aparentar un poco
antes de entrar, sino no le dejarían subir, luego podrás relajarte, y
dormirte todo el vuelo y José se despertó un poco. Pasaron sin
problemas el control de entradas, y cuando llegaron a sus asientos, en
la fila de tres, solo quedaban dos libres, el tercero estaba ocupado
por un hombre.
Diana se alegro de
esta situación. Si conseguía sentar a su marido, Pedro tendría que irse
a su asiento, y la situación estaría salvada, pero Pedro tenia otros
planes.
P: Disculpe Sr.,
vera mi mujer y yo, nos hemos encontrado a un viejo amigo, y durante la
espera, ha bebido un poco mas de la cuenta, y nos sentimos un poco
responsables, no le importaría cambiar su asiento por el suyo, para
tenerlos cerca, y controlarlo por si fuera necesario
Diana se
sorprendió de la estratagema de Pedro, pero no estaba en condiciones de
contestar. El hombre accedió amablemente, y Pedro le dio las gracias.
Para intentar
solventar algo de al situación, Diana intento pasar primero, para
sentar a José, en medio y poner algo de distancia, pero Pedro estaba
muy atento:
P: Cariño, es
mejor que pongamos a José en la ventana, para que tenga algo donde
apoyarse, permíteme
Pedro coloco a su
marido en la ventana, luego sugirió a Diana que se colocara en medio, y
el se coloco en el pasillo
Tras cinco
minutos, termino el embarque, y las azafatas procedieron a las
explicaciones de rigor. Ella se encontraba un poco asustada, pero al
menos habían embarcado, y se dirigían a sus vacaciones. La verdad es
que ni se atrevía a mirar a Pedro, y José ya se había dormido
profundamente.
Cuando el avión
salio a la pista, Diana tomo la mano de su marido, era una costumbre
que tenían, pero la encontró inerte y como muerta. Aunque en muchas
ocasiones viajaba sola, siempre sentía algo de aprensión en el momento
del despegue, y la tranquilizaba mucho sentir una presencia conocida
cercana, alguien que le diera fuerza, pero su marido no estaba para
esto en ese momento. Pedro se percato de la situación, y abriendo la
mano sobre su respaldo, hizo señal de ofrecérsela, pero ella, lo miro
de soslayo, en una actitud negativa. Este pequeño gesto le dio un poco
de animo, de seguridad y de fuerza en si misma, la hizo sentirse un
poco mas segura, pero cuando el avión inicio la aceleración, la
aprensión se apodero de ella, intuitivamente, al vibrar un poco el
avión en plena aceleración, el miedo la hizo tomar su mano, y apretarla
fuerte para descargar un poco la situación de pánico. Fue un movimiento
intuitivo, reflejo, pero a los segundos, cuando paso la situación y el
avión ya se encontraba en el aire, se percato de la situación, y
sintió otra vez como empezaba a ceder, como ella misma había tomado la
iniciativa para agarrarle de la mano. Miro a Pedro y este le sonriendo
le dije
P: Tranquila,
relájate, ya estamos en el aire, no pasa nada, trata simplemente de
disfrutar el viaje.
Ella, asintió, y
pensó que se había portado como una niña insegura, con ese gesto de
cogerle la mano, pero ahora sentía un poco vacilante, que iba a pensar
Pedro de ella, pensó en soltarse las manos, pero se sentía un poco
bloqueada. Pedro, parecía que intuya sus pensamientos, y el mismo
aflojo la mano, momento que aprovecho ella para soltarse.
Pedro, la miro
sonriente, y entonces escucharon un aviso por megafonía:
Estimados
pasajeros debido al retraso y a las condiciones meteorológicas, nos
vemos impedidos a ofrecerles los servicios de catering y bebida, por lo
que cuando alcancemos la altura y velocidad de crucero, las luces se
apagaran, para que puedan descansar durante el viaje. Cualquier
petición y deseo, no duden en contactar con el personal de cabina.
Diana se preocupo
al escuchar este mensaje, las circunstancias empeoraban para ella. Sus
condiciones ideales hubieran sido un viaje lo mas normal posible, con
el servicio de comida, duty free, etc, que habrían hecho el viaje mas
corto y ameno, y ahora anunciaban que no servirían nada de eso, y que
todo seria tranquilidad, e incluso oscuridad, las peores premisas que
podían darse. Debió de inquietarse tanto, que al ver su cara, Pedro le
dijo:
P: No te preocupes
Diana, no pasara nada que tu no quieras que ocurra�
Lo dijo afable y
cordialmente, a la manera del mejor Pedro, del que la había hecho
disfrutar en la sala de espera con su conversación y su simpatía, con
su sonrisa encantadora, y eso la tranquilizo bastante. Al fin y al
cabo, estoy en un sitio publico, lleno de gente, no me puede forzar a
hacer nada, si intenta propasarse conmigo puedo montarle un escándalo.
Además, le había ayudado a cargar con su marido, nunca mejor dicho lo
de cargar, porque José se había convertido en un peso muerto, y sin su
ayuda, no habría podido emprender este viaje. quizás estaba cargando
una culpa a Pedro, que no era suyo, quizás incluso los mensajes no
venían de su móvil, todo había sido una confusión, y ese comentario de
que eran marido y mujer, una estratagema para ayudarla con su marido.
Quizás Pedro solo era un buen chico, que además estaba muy bueno, que
demonios, no tenia porque pasar un viaje asustada y temerosa como si
fuera una viejita,
D: Muchas gracias
por ayudarme, no se que habría hecho sin ti, gracias Pedro.
P: No tienes
porque darme las gracias, como te dije antes, haría cualquier cosa por
ti, eres una mujer increíblemente atractiva, y te mereces pasar un
viaje y unas vacaciones inolvidables
De nuevo, Diana
volvía a escuchar al mejor Pedro, al chico que casi la hace perder el
control, al chico que casi la hace caer en la tentación, y el chico
ante el que de nuevo estaba empezando a ceder en su firmeza�
En ese momento,
debieron alcanzar la velocidad de crucero, porque las luces se
apagaron. Poco a poco, la gente también empezó a tranquilizarse, y cada
vez se escuchaba menos ruidos y voces, lo cual era lógico por otra
parte. Todos habían estado esperando que partiera el vuelo, con el
temor y el nerviosismo que no fuera posible, y ahora que el avión
volaba a su destino, el nerviosismo había dado paso a cierta
relajación, y al cansancio que el estrés había producido.
P: Que te parece
si tomamos algo para celebrar que por fin hemos empezado el viaje, y
que comenzaras estas inolvidables vacaciones�
D: Pero si habían
dicho que no ofrecían ningún servicio, que no habría bebidas,
P: Seguro que eso
es algo que se puede arreglar con una buena propina, y que José seguro
que estaría encantado en invitarnos, saca su cartera, que voy a llamar
para que nos traigan algo.
Diana se quedo
pasmada cuando escucho esto. Por un lado, como mujer racional, no
entendía que pudieran plantearse pedir algo, cuando ya habían avisado
que no servirían ningún servicio. Por otro lado, y aun mas
sorprendente, Pedro, descaradamente le estaba pidiendo la cartera de su
marido, como se atrevía? Durante un momento pensó en negarse, aunque
inmediatamente se le vino a la cabeza todo lo que había montado su
marido, emborrachándose, amistándose con Pedro, y embarcándola, nunca
mejor dicho en todo este lío, así que cuando vio que la azafata se
acerco, ante la llamada de Pedro, ella toma la cartera de su marido del
bolsillo, y se la paso, sonriendo, por esa pequeña venganza, que estaba
perpetrándole a José.
Cuando la azafata
llego, pregunto que podía hacer por ellos. Pedro se hizo cargo de la
situación
P: Hola Olga ( el
nombre aparecía en una solapa que la chica llevaba puesta, y Diana se
sorprendía de nuevo de la naturalidad el chico), veras Diana y yo vamos
de luna de miel, y siempre pensamos que nuestro viaje empezaría con un
brindis con champagne, no seria posible que nos trajeras un par de
botellitas para cumplir nuestro sueño?
O: Lo siento
señor, pero ya ha oído la información, en este vuelo no se servirá
ninguna copa.
P: Si, Olga ya lo
escuche, pero estoy seguro que no dejarías a un par de tortolitos
enamorados sin su capricho, además no se enterara nadie, todo el mundo
esta durmiendo, y mira a mi estupenda y flamante mujer, crees que no se
merece cumplir con su fantasía..
La azafata miro a
Diana, que no pudo reprimir una sonrisa de corderita enamorada, para
seguirle el juego a Pedro, divertida con toda esa ocurrencia.
Pedro tomo 50
euros de la cartera, y se los dio a Olga, que sonriendo, contesto:
O: Enseguida estoy
aquí
Cuando se alejaba,
Pedro le dijo
P: Ves, no hay
nada imposible, todos los deseos se pueden hacer realidad, solo hay que
anhelarlos�
Diana lo miro, con
una expresión entre divertida y curiosa. Volvía a ser el chico
entretenido y adorable que podía ser en sus mejores momentos, el chico
que podía conseguir lo imposible, el que hacia sentirse bien a las
personas, el que sacaba el lado entretenido y ameno de las cosas, el
chico con el que cualquier mujer podría tener una aventurilla, y porque
no podría ser ella esa mujer. Entretenida en esos pensamientos, no vio
a la azafata acercarse, en medio de la oscuridad, hasta que apareció
ante sus asientos:
O: Aquí les traigo
lo que me pidieron. Pero por favor sean discretos, nadie debe enterarse
de esto
P: Tranquila Olga,
este será nuestros secreto, y puede que no sea el único, a lo mejor nos
toca compartir algún secreto mas, muchas gracias.
La azafata los
miro sonriendo, y se marcho. Pedro, se encargo sigilosamente de abrir
las botellitas, monto los vasos, y ofreciendo una copa a Diana, propuso
el brindis..
P: Por que tengas
un viaje inolvidable�
Diana, divertida y
atrevida, le contesto
D: Por ti que todo
lo puedes conseguir..
Bebieron, mientras
se miraban, con el ruido de fondo de los motores, y al terminar con el
trago, Pedro acerco su cabeza a la suya, y la beso. Fue un beso, suave
y tierno al principio. Diana estaba sorprendida al principio, aunque lo
pretendía y lo deseaba, no dejaba de sorprenderle su atrevimiento, y
aunque se mostró un poco reacia, acabo cediendo y disfrutando del beso.
Hacia mucho tiempo que no le besaban así, con pasión y con suavidad,
con cariño y con esmero. Aún así, la situación era un poco complicada,
porque tenia la copa en la mano, y estaba muy limitada en sus
movimientos, pero acabo disfrutando del beso.
Cuando se
separaron, Pedro le pregunto:
P: Te ha gustado
Diana no sabia que
contestar, claro que le había gustado, pero a la vez estaba en una
situación muy comprometida. Miro a su marido, que estaba al lado,
durmiendo la mona, y conociéndolo sabia que estaría así por mucho
tiempo, pero todo seguía siendo una temeridad, estaban en un avión, el
vuelo duraría tres horas�
Pedro insistió:
P: No me
contestas�
D: Eres un chico
muy majo y simpático, pero yo soy una mujer casada, y mi marido esta
aquí al lado, durmiendo, entiéndeme, esta situación es imposible.
P: lo que me estas
contando no esta respondiendo a mi pregunta, una cosa son las
circunstancias, y otra cosa es mi pregunta
D: No insistas,
por favor, esto no puede ser, no puede pasar, no aquí en estas
circunstancias.
P: Estas son las
circunstancias que tenemos, las únicas que hay, se toman o se dejan, se
aprovechan o se dejan marchar�
Después de decir
esto, volvió a llenar la copa con lo que quedaba e las botellas, y
volvió a proponer un brindis
P: Por que
aproveches las oportunidades, y no las dejes escapar�
Esta vez, Diana no
contesto, y simplemente bebió su copa. Cuando bajo la cabeza, después
del trago, esperaba, temía o anhelaba, ella misma no sabia muy bien
cual era su sentimiento, el beso de Pedro, pero este no llego. El se
limito a colocar el vaso y la botella en el bolsillo del asiento
delantero, y se retrepo en su asiento. Esto la desilusiono un poco
aunque por otra parte era coherente, el quería que ella se implicara, y
a ella no le faltaban ganas, pero también debería ponerse en su lugar,
comprender su situación, tenia a su marido al lado, lo que estaba
haciendo, o lo que podía hacer, era una locura, aunque eso si, una
bendita locura, una quimera imposible, o quizás no, una fantasía, una
de sus fantasías sexuales, que podían convertirse en realidad.
Atormentada por todos estos pensamientos, miro a ambos lados, a su
derecha estaba su marido, ausente, sin dar señales de vida, al otro
lado su chico, su muchacho, su niño, el hombre que le había hecho
sentirse deseada, sentirse mujer, sentir que sus utopías sexuales
podían convertirse en realidad. Tragándose todo su orgullo, y quizás
achispada por el efecto del champagne, se acerco a su oído, y le dijo
D: Si, me ha
gustado, me ha gustado mucho, me ha encantado, hacia años que no me
besaban así�
Pedro se volvió
hacia ella, y sonriente, le pregunto:
P: Te gustaría que
lo repitiéramos?
Ella, sintió como
empezaba una espiral, que no sabia como podía terminar, entendió, que
el estaba empezando un juego muy peligroso, y que ella estaba entrando
a saco en ese juego, pero pensó que la recompensa valía la pena, y
contesto:
D: Si por favor,
bésame otra vez�
Sus cabezas se
reclinaron, y sus labios se encontraron. Esta vez el beso fue mas
intenso, mas vehemente, mas apasionado, si el beso anterior había sido
un beso de enamorados, este fue un beso de amantes, sus lenguas se
exploraban, descubriendo cada rincón de sus bocas.
Ahora, tenían
ambos las manos libres, y las aprovecharon. A pesar de la estrechez del
lugar, se abrazaron, y se acariciaron, tranquila y pausadamente, al
principio. Diana sentía que estaba realizando un sueño, y quería
disfrutar de ese sueño. Estaba con un chico joven, fuerte y guapo,
simpático y ocurrente, despierto y ávido de ella, justo lo contrario
del marido, que tenia al lado, dormido y casi muerto�Pedro, mientras
tanto, tampoco se había quedado quieto, había empezado a acariciar sus
piernas por encima del vestido, tranquila y suavemente, sin prisas, tal
y como ella suponía que debía ser ese momento�
En ese momento se
oyó un carraspeo�, era Olga la azafata..
O: Puedo
retirarles ya las botellas
Diana se asusto un
poco y se corto bastante, aunque no conociera a la chica, y no volviera
a verla nunca, se había sentido descubierta, y a pesar del ardid que
había tramado Pedro haciéndola creer que era su esposa, se sentía
avergonzada�
Pedro por el
contrario, tomo la situación con mucha soltura:
P: Si, claro que
si, Olga, muchas gracias, llévatelas, como vez andamos un poco
estrechos de espacio, y ya tenemos algo de prisa por empezar nuestra
luna de miel, verdad cariño
Diana, no pudo mas
que asentir, un poco incomoda con ese juego
O: Bueno, les
dejo, y sean un poco discretos, aunque no los vean, están rodeados de
gente�y sonriendo se perdió otra vez e la penumbra�
D: Esto es una
locura, no podemos seguir adelante�
P: Te recuerdo que
estábamos haciendo lo que tu habías pedido�.
Diana estaba en
una encrucijada, por un lado, su lado mas formal, mas prudente, le
pedía parar, pero por otro lado, el beso, los besos y las caricias del
chico la estaban enervando, la estaban haciendo sentir, como hacia
tiempo que no se sentía�
Pedro, que se
percataba de las dudas que surgían en ella, aprovecho para tomar la
iniciativa, y empezó a acariciarla suavemente las pantorrillas,
directamente por debajo del vestido,
P: Si quieres que
pare, solamente tienes que decírmelo�
Ella, sentía
solamente la sensación agradable que sentía al tacto en sus piernas�,
una sensación que poco a poco le estaba provocando una adición
insuperable
Aprovechando su
silencio, Pedro se retrepo del sillón, y se volvió había ella, y
mirándola a los ojos, acerco sus labios para volver a besarla, aunque
se sorprendió al notar, que era ella ahora la que tomaba la iniciativa
de los besos, la que metía su lengua hasta la última comisura de su
boca, la que aprovechaba para explorar toda su cavidad bucal�
El ahora, mas
seguro de la situación, se atrevió a dar un paso adelante�
P: Si no dices
nada tendré que parar, supondré que no te apetece seguir�y empezó a
parar sus manos�
D: No, no pares,
sigue
Ella dijo eso de
una manera espontánea y franca, probablemente si lo hubiera pensado un
instante le hubiera pedido lo contrario, pero ahora no quería pensar,
no quería razonar, solo quería sentir
El, entretanto,
había continuado con sus caricias, y acercándose a su oído le dijo:
P: Apóyate en el
sillón y relájate, yo me ocupare del resto
Ella, obediente,
se retrepo en el asiento, y cerrando los ojos, se dispuso a disfrutar.
No quería ver lo que pasaba a su alrededor, no quería mirar a su
marido, no quería pensar que estaban en un avión, solo quería sentir la
mano de Pedro, rozando sus piernas, subiendo y bajando, acercándose a
su triangulo mágico y alejándose, haciéndole percibir estímulos
desconocidos para ella, desde hace mucho tiempo� Cuando por fin la mano
se poso sobre su sexo, por encima de las braguitas, ella no pudo
reprimir un gemido de placer, al que el respondió.
P: Tranquilízate,
no querrás despertar a tu marido�
Ella siguió con
los ojos cerrados. Estaba empezando a entender su juego, pero aunque al
principio le había incomodado esta situación, sus caricias en las
piernas la estaban volviendo loca, la estaban haciendo olvidar todos
sus temores, y solo quería que siguieran�
Pedro continuo
tocándola por encima de las bragas, apenas rozándola, aumentando y
disminuyendo tanto la presión, como la velocidad de sus movimientos..
P: Tus braguitas
me están molestando�
Diana, que cada
vez se sentía mejor, sabia que ya no había vuelta atrás, y respondió
D: Quítamelas
P: Tu ya eres muy
mayorcita, y puedes hacer las cosas solita, no necesitas ayuda para
todo, no?
Ella, como una
zombie, bajo sus manos, levanto su culo y empezó a bajarse las bragas,
pero el retuvo sus manos, y le dijo:
P: No tan rápido
señorita, quiero que me explique lo que vas a hacer�
D: Voy a quitarme
las bragas, como me has pedido�
P: Vamos, vamos
Diana, tu ya no eres una niña, quiero que me des algunos detalles mas,
quiero que me digas donde estas, con quien estas, para que lo vas a
hacer, no me hagas enfadar, sino tendremos que terminar con esto.
Cuando escucho
esto, ella pensó que estaba ante la ultima oportunidad para pararlo
todo. quizás todo estaba yendo demasiado lejos, una cosa era una
aventura, una fantasía, su fantasía, y otra cosa era someterse a lo que
quisiera Pedro. Recordó cuando todavía estaba en el aeropuerto, en la
tienda , probándose ropa, cuando pensó que las cosas podían hacerse a
su manera, y recibió ese segundo jodido mensaje, en el que le quedo
claro que las cosas no se harían a su manera, y ella tomo la decisión
de que entonces no se harían, pero ahora estaba en el avión, a punto de
caramelo, se sentía muy excitada, sentía que no había marcha atrás,
pero que eso podía representar consecuencias para ella�
Mientras tanto,
Pedro, que aún seguía con sus tocamientos, le dijo.
P: Como quieras,
si lo prefieres lo dejamos aquí, y retiro su mano
Ella advirtió, que
si el paraba, no podría quedarse como estaba, necesitaba seguir con
esas sensaciones, no podía concluir, tenia dependencia de esas
caricias, y claudico
D: Espera, espera,
me voy a bajar las bragas, al lado de mi marido, en un avión lleno de
gente, para que tu puedas seguir tocándome�
P: Muy bien, esa
es la mujer que yo esperaba, la que tiene clara sus ideas, y no duda en
expresar lo que quiere�
Diana se
avergonzada por lo que escuchaba, pero a la vez se reconfortada con el
contacto de la mano de Pedro. Otra vez, se retrepo, para subir su culo,
y bajarse las bragas, tal y como le había pedido, le había ordenado su
amante. Cuando retiraba las bragas, noto como estaban mojadas, y cuando
las dejo caer para abajo, entre sus piernas, sintió que estas se iban
manchando de toda la humedad que había acumulado. Eso la sofoco aún
mas. Ella nunca había sido de las que se mojaban, de las que segregaban
líquidos, y ahora, estaba mojándose entera, como una adolescente ante
sus primeras caricias. El, no dejo pasar la oportunidad para
comentarlo�
P: Vaya, parece
que Diana esta muy excitada, nunca había visto una mujer que segregara
tanto no�
Ella asintió con
la cabeza, y siguió disfrutando de las caricias de el
El insistió
P: Vamos, vamos,
explícame que te pasa, ya sabes con detalle�
D: Me has excitado
mucho, y me estas poniendo muy cachonda, y me he mojado entera�
P: Muy bien, así
me gusta
Diana ya no se
preocupaba en asimilar estos comentarios hirientes, ya había asumido su
papel, y no le importaban, lo único que le importaba era disfrutar, y
eso si que lo estaba consiguiendo
El mientras tanto,
subía y bajaba su mano, tocando ya sin tapujos su sexo, que seguía
emanando líquidos, con cada caricia, aprovechaba para tocar sus labios
vaginales, para separarlos, y a continuación volvía a acariciar sus
glúteos, en un trabajo lento y concienzudo, del que sabe bien lo que
hace.
Cada vez que su
mano pasaba entre sus labios, su clítoris pararía querer salir,
aumentaba su tamaño, como si tuviera vida propia, y el roce con la
mano, multiplicaba el regocijo que ella sentía.
Ella, a su vez,
aceleraba su respiración, se movía intranquila, no era capaz de estarse
quieta, estaba sintiéndose subir al cielo no solo el cielo material,
por donde el avión surcaba su rumbo, sino al cielo del placer, al monte
del gozo, al sumun de la satisfacción.
Hacia mucho tiempo
que no tenia relaciones con su marido, y esa necesidad de placer, que
de alguna manera había quedado larvada, ahora emergía en todo su
apogeo, en su máximo esplendor, y aunque ella había programado el viaje
para esto, no lo había previsto de la manera en que estaba ocurriendo,
pero ello no iba a ser un problema, para que lo disfrutara.
Diana, sentía como
poco a poco su momento llegaba, como comenzaban esas descargas
eléctricas que empiezan a recorrer todo el cuerpo, y comenzó a respirar
mas agitadamente�
Pedro, se dio
cuenta de su estado y de repente para sus caricias..
D: Que haces, no
pares, sigues por favor�
P: Vamos Diana, ya
somos los dos mayorcitos, piensas que esta aventura va a consistir en
que yo te haga una paja en el avión, que no somos unos adolescentes�
D: Entonces que
quieres�
P: Esa es la
pregunta, pero yo no soy la persona que tiene que contestarla�
Diana se dio
cuenta de lo que le estaba pidiendo, Pedro ya no era mas el chico
encantador y jovial, el chico resuelto y simpático, era el cabronazo de
los mensajes, el tipo que quería que las cosas se hicieran a su manera,
y lo peor de todo es que ella no estaba e condiciones de negarse, había
perdido el control de sus fantasías, ya no le pertenecías a ella, le
pertenecían a el�
D: Quiero que me
folles�
P: Hay, hay, hay,
que lenguaje mas feo usas, las mujeres como tu no deberían usar esas
palabrotas, sobre todo cuando no describen las condiciones en las que
quieren que se realicen�
A ella ya no le
importaba nada, tenia claro lo que quería
D: Quiero que me
folles delante de mi marido�
P: Uff que fuerte,
que fuerte, nunca pensé cuando te vi en la cola para embarcar que me
fueras a pedir eso, me parecistes una mujer muy integra y cabal, una
mujer incapaz de engañar a su pareja..
D: No importa lo
que pensaste, quiero que me folles delante de el, por favor no me dejes
así�
P: Muy bien, pero
ya que me lo pides lo haremos a mi manera, de acuerdo?
D: Si, como tu
quieras, pero hazlo ya de una vez�
P: Bien, para
empezar, te vestirás como yo te he pedido antes, te acuerdas?
Diana no entendía
nada, como diablos iba a vestirse para follar? En cualquier caso, se
tendría que desnudar, y eso es algo que no le hacia muy feliz, aunque
en las circunstancias en las que estaba, le daba igual todo
D: No entiendo,
que quieres que haga�
P: Quiero que te
vistas de Versace�Para eso iras al aseo, y allí te vestirás para mi�
Diana comprendió
lo que quería, recordó la conversación en el aeropuerto, y pensó que
aquella utopía romántica en la que pensó, se iba a convertir en una
sucia realidad
D: Pero como voy a
hacer eso?
P: Mira, coge una
de estas mantas, y te cubres con ella a la vuelta, todo el mundo esta
durmiendo, y nadie se fijara
D: De acuerdo, y
tomando la manta se levanto
P: Para, para, no
tan rápido�aún no he terminado. Tu marido me contó tu promesa, y para
hacerlo mas fácil, creo que le voy a ayudar desatorando un poco tu
agujerito trasero, así que para hacerlo mas fácil, y para que no te
duela, será mejor que te eches un poco de jabón tu culito
Diana se
sorprendió mucho cuando escucho aquello, será cabronazo José, como se
le ocurre ir contando sus secretos a todos, sintió un deseo de venganza
inmenso, y lo único que dijo fue
D: Algo mas?
P: Si, lo último,
quiero que dejes tu vestido y tu sujetador en el aseo, ya sabes que
aquí no tenemos mucho espacio, y si quieres lo que quieres necesitamos
libertad de movimientos�
Ella se estremeció
un poco al escuchar esto
D: Pero, y
después, que pasara después?
P: Confia en mi,
no pasara nada, yo te lo devolveré luego�
Diana no quiso
pensar nada mas, seguía estando caliente, cachonda, excitada, y estaba
dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de apagar su deseo. Tomo la
manta que había en el asiento, y saco el perfume del bolso, y salio del
asiento para dirigirse a los aseos.
Por el pasillo,
constato que efectivamente todo el mundo estaba dormido, todas las
luces apagada, algún pasajero mas atrás estaba leyendo, pero nadie
prestaba atención a nadie.
Cuando entro al
aseo, cerro la puerta tras de si y se miro al espejo. Casi no se
reconoció a si misma, tenia la cara encendida por la excitación, y los
ojos brillantes por el deseo. Se sintió un poco puta, no mejor dicho se
sintió muy puta, pero le daba igual. El poco apuro que le quedaba, lo
dejo de lado, y en el estrecho servicio, se quito el vestido, y se
desabrocho el sujetador. Vio que había un cambiador para niños, y lo
abrió, para por lo menos esconder un poco sus vestimentas, y entonces,
como había imaginado, escancio el perfume en el angosto habitáculo, y
se engalano para su amante.
Lo siguiente le
costo un poco mas de trabajo, nunca pensó que tuviera que verse a si
misma lubricándose su culo, para perder la ultima virginidad que le
quedaba. Cuando se agacho, para abrir su ano, y facilitar la
lubricación, y se vio en el espejo, no le quedo ninguna duda, iba a
hacer cualquier cosa que le pidiera su joven amante, con tal de
conseguir su satisfacción.
Una vez terminado
su proceso de engalanarse, de emputecerse, salio y regreso hasta su
sillón. Pedro la estaba esperando, y sonriendo le pregunto�
P: Que tal ha ido
todo?
D: Compruébalo tu
mismo..
Pedro le levanto
la manta al pasar por delante de el, y pudo comprobar que no había nada
debajo.Cuando ella se sentó, se incorporo y se giro sobre ella,
levandando el reposabrazos, para tener un poco mas de libertad de
movimientos. Mientras que con su cabeza iba oliendo de arriba abajo el
cuerpo de ella, con una mano comenzó con el majase sobre sus piernas y
sexo que antes había interrumpido. Después de oler su cara, su cuello,
sus pechos y su barriga, volvió a su oído y le susurro
P: Muy bien,
muñequita, lo has hecho muy bien, no esperaba otra cosa de ti�
Y a continuación,
se puso a jugar con su lóbulo. Ese era sus uno de los puntos débiles,
de los que la encendían, de los que la inflamaban. Su respiración se
volvió a acelerar, y sintió que otra vez estaba a punto de explotar.
El, al sentir su
agitación, volvió a la carga
P: Bueno,
señorita, o mejor dicho señora, que vamos a hacer ahora�
Ella ya no se lo
pensó:
D: Quiero que me
folles, ahora mismo, delante del cabron de mi marido, quiero ver como
le salen los cuernos delante nuestra�
P: Muy bien, muy
bien. Asi me gusta.
El estaba muy
orgulloso de si mismo, había llevado las cosas hasta su terreno, hasta
donde el había querido que estuvieran, y ahora tenia a esa mujer, que
unos horas antes se había mostrado altiva y orgullosa delante de el,
mandándole incluso a la mierda, pidiéndole que se la follara,
agitándose como una perra en celo, esperando solo la estocada final, y
el estaba dispuesto a dársela..
P: Como estamos un
poco reducido de espacio, vamos a necesitar la ayuda de tu marido.
A ella ya no le
importaba, y estaba dispuesta a cualquier cosa
D: Dime, que
quieres que haga
P: Vas a levantar
su reposabrazos, y te vas a echar sobre el, para que tu trasero quede a
mi disposición.
D: Muy bien, lo
que digas,
Procedió a seguir
sus consejos, sus ordenes, y se recostó sobre su marido, para dejar vía
libre a su amante.
Una vez que ella
se había acomodado, el se recostó sobre ella, y jugando de nuevo con su
lóbulo, le dijo
P: Muy bien, la
mujercita vuelva al regazo de su marido, para empezar a disfrutar del
viaje�
Ella contesto,
mientras notaba que el se trastocaba los pantalones..
D: Si, si
Mientras, el se
acoplo hasta ella, y ella sintió como algo rozaba su entrepierna�
P: Sigues muy
mojada, pareces de mantequilla por hay abajo�
Ella apenas oía,
solo quería sentir, ser penetrada, disfrutar de ese orgasmo que tanto
se le estaba resistiendo.
Entretanto, el
saco el brazo inerte de José, y cogiendolo con su mano, lo llevo hasta
el
pecho de ella.
P: Dejemos que tu
marido también disfrute del momento�
A ella no le gusto
el detalle, estaba enfadada con su marido, por descuidado, por borracho
y por bocazas, pero ahora no podía poner remilgos a la situación�
Entonces, Pedro se
le acerco y la embistió, y por fin sintió su pene, interrumpiendo en su
sexo, fue como un rompehielos que resquebrajara un tímpano, pero un
tímpano de fuego.
Ella tuvo que
morderse los labios para no gritar. A pesar de todo tenia que
controlar, estaba en brazos de su marido, y en ningún caso debía
enterarse de lo que estaba pasando.
Pedro, a pesar de
la estrechez, del poco espacio había conseguido penetrarla, y comenzó
una serie de movimientos lentos de salida y entrada en su cuerpo, en su
sexo
Ella notaba esos
movimientos, y sentía que ya no necesitaría mucho mas para llegar a su
ansiado destino, a su añorada culminación.
Normalmente le
costaba mucho llegar al orgasmo, y muchas veces con su marido no lo
conseguía, pero la acumulación de circunstancias, el tonteo que había
empezado con Pedro hace horas en el aeropuerto, los besos, los roces y
caricias, la degradación que había tenido que sufrir, la circunstancias
en la que se hallaba, desnuda, sobre su marido, y penetrada por el
chico con el que había flirteado, hacían que su estado de excitación se
elevase, la elevase hasta ese punto sin retorno.
Pedro seguía
bombeándola, y movía la mano de su marido sobre su pezón, otro de sus
puntos débiles. Aunque José no se estaba dando cuenta de nada, el hecho
que el también estuviera disfrutando de ella le daba un poco mas de
perversión al asunto, le hacían sentirse un poco mas depravada.
Ella, sintiendo
que el momento llegaba inexorablemente, intentaba retrasarlo,
intentaba, atenuarlo, para disfrutar del momento, para hacerlo
infinito, para que durara siempre. Movió su mano para atrás, para tocar
a Pedro, para agrarrarlo,para sentirlo, para acoplarse de alguna manera
a el, cuando llegara el instante.
Fue entonces,
cuando el acercándose a su oído, le pregunto..
P: Y, que se
siente, cuando te están follando, delante de tu marido, cuando estas
desnudo, en medio de un avión, cuando has dejado todo tu ropa en el
servicio, cuando te acostumbras a pedir lo que quieres por su nombre,
cuando te has depravado tanto que hasta te has lubricado tu culo para
perder tu ultimo vestigio de dignidad..
Diana sintió que
un dedo oradaba su culo, no sabia como podía hacerlo, como era capaz de
manejarse en tan poco espacio, de cómo podía hacer tantas cosas, a la
vez, con tan poco sitio, pero eso ya no le importaba, lo que le
importaba era que su momento llegaba. Lo poco que le faltaba, lo
recorría con las palabras que escuchaba. El tenia razón, ella se había
enfangado, se había corrompido, se había depravado, y probablemente
cuando terminara todo esto, se arrepentiría, pero ahora, se recreaba en
su envilecimiento, lo disfrutaba, se deleitaba, porque incrementaba su
gusto, redoblaba el placer que ya sentía llegar�
P: Dime, en una
palabra, en lo que te has convertido, Diana
Ella, apenas podía
aguantar ya mas, sentía ya el comienzo de los espasmos, el inicio de la
sacudida que anunciaba el placer, el clímax, pero aun así, quiso
contestarle, quiso recordar el mensaje que recibió, el que ella misma
mando, la palabra que uso, y la condición en la que ella misma se había
convertido. A la vez que contesto, que articulaba la respuesta, que
modulaba la entonación, se dejo llevar por la ola infinita de placer
que ya no podía ni quería aguantar mas..
D: Pervertidaaa,
soy una puta pervertidaaaaaa
A partir de ese
momento, ella perdió el control, intento no gritar, intento no ser
exuberante en cuanto a sus movimientos, no a su demostración de la
situación, pero la sacudida de placer aumentaba, y disminuia, iba y
venia, se quedaba, se iba, pero luego volvía�
Nunca había
sentido nada como aquello, sus orgasmos, cuando los tenia, eran
intensos, satisfactorias, pero esto era otra cosa, era un no parar.
Sentía que Pedro seguía bombeándola, intentaba agarrarlo con su mano,
apretarlo, aprisionarlo, como si haciendo eso, pudiera apretar el
placer, no dejarlo escapar.
Durante un
intervalo indeterminado, perdió la noción del tiempo, lo único que
sentía era placer, un placer infinito, con pequeños altibajos, con
cambios en la intensidad, pero un placer maravilloso. No tenia muchas
referencias de lo que pasaba, solo placer. En algún momento sintió que
Pedro eyaculaba, la inundaba de semen, y ella seguía sintiendo placer.
también sintió que el recogía con su mano, el semen que a ella se le
escapaba, y con el dedo se lo ponía en la boca, y aunque ella nunca
había hecho eso, le chupo el dedo como si fuera la mas preciada
golosina que en su niñez le hubieran ofrecido. Después empezó a
tranquilizarse y a intentar asimilar la situación, pero eso si muy
relajada, continuaba en el regazo de su marido, y se encontraba en una
especie de limbo, en el que todo le era indiferente.
Escucho como Pedro
llamaba a la azafata, y le decía que ella había olvidado algo en el
aseo, pero no se avergonzó por ello. Cuando la azafata volvió con su
ropa, y sorprendida le pidió explicaciones a Pedro, este levanto la
manta, y la enseño como si fuera una vulgar mercancía, una situación
que en cualquier circunstancia la hubiera humillado, le traía
completamente indiferente, no cesaba de recrearse de ese momento,
supuestamente multiorgasmico que tuvo, el primero de su vida, y
esperaba que no fuera el último. Al decirle Pedro, que se vistiera, que
ya estaban llegando, lo hizo desganada, como una niña caprichosa a la
que obligan a hacer algo que no quiere. Lo único que se atrevió a decir
fue:
D: Quiero repetir
esto�
Pedro solo le
respondió que empezara a despertar a su marido, que ya quedaba poco.
Mientras intentaba despertarlo, observo de refilón como el escribía
algo. A José le costo trabajo reincorporarse, y ella tampoco ponía
mucho interés en el, estaba enfadada, aunque ya se había llevado su
merecido. Cuando encendieron las luces, y pidieron que se abrocharan
los cinturones, ella noto que su vestido estaba manchado por abajo,
pero no se preocupó por ello. Al acercarse al momento del aterrizaje,
tomo las dos manos, las de su marido, por rutina, y la de Pedro,
apretándola fuerte, sintiéndose protegido, dominada por el.
Aunque ya había
pasado todo, se sintió muy feliz, muy puta, agarrando la mano de su
amante, a la vez que la de su marido, lo hizo sin miedo ni tapujos,
aprovechándose eso si que José estaba todavía un poco ido.
Noto que le había
pasado un papel, lo guardo en el bolso. Cuando el avión aterrizo y
llego al punto de embarque, Pedro se despidió de ellos, deseándoles un
buen viaje, José aún andaba medio grogui, y no le presto mucha
atención. Espero a que saliera todo el mundo, para ir mas cómoda. A la
salida del avión, Olga la azafata, la citaba con una cara un poco rara,
entre incrédula y de sorpresa, cuando la vio salir de la mano de su
marido�, ella no se corto un pelo, y le dijo muchas gracias por todo.
Cuando estaban esperando las maletas, le dijo a su marido que se
sentara, que ella se haría cargo de todo, y aprovecho para leer el
mensaje:
Si quieres volver
a verme, tienes que publicar este anuncio, en El Diario de Palma, y
esperar a que yo te llame, eso si lo haré desde otro tfno, así que
tendrás que contestar todas las llamadas: � Madura curiosa, de
vacaciones en las Islas, busca hombre joven, que le taladre el ultimo
agujero virgen que le queda, 50 euros, abstenerse curiosos y
pichiflojis llamar a 6xxx��
Cuando recogió las maletas, dejo el carrito con su marido, y diciéndole
que necesitaba hacer una llamada, se aparto un poco, para llamar al
periódico, poner el anuncio, y comenzar su nueva y pervertida vida.
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