Hace dos años, un amigo íntimo me
pidió, como favor personal, que contratara a su hija para trabajar en mi empresa.
Su novio ganaba poco dinero, y estaban teniendo problemas para hacer frente a
la hipoteca del piso.
La idea no me
agradó, pues esta chica siempre me pareció una irresponsable y su formación a
nivel de estudios es prácticamente nula. Sin embargo, accedí a la petición de
mi amigo, y le ofrecí un puesto en un departamento de mi empresa. Acababa de
terminar un cursillo de ofimática y de Windows, y en este puesto lo único que
debía hacer era tomar pedidos e introducirlos en el ordenador.
Al cabo de dos
semanas tuve que hablar seriamente con ella. La chica era un desastre total. Se
equivocaba absolutamente en todo, no hacía algo bien ni por casualidad. Llegó
incluso a borrar una serie de ficheros importantes que nos resultó difícil
recuperar. Le dije que la situación no podía continuar así, que iba a tener que
despedirla y que no podía admitirle ni un error más.
Esa misma noche,
sobre las 9, estando yo en casa, me llamó al móvil y me dijo que quería hablar
conmigo. Le dije que de acuerdo, que me dijera lo que fuera. Pero me dijo que
quería hacerlo en persona, que quería verme, que necesitaba hablar conmigo en
persona, que era muy importante para ella. Total, que al final accedí, y
quedamos en vernos en la cafetería de un centro comercial.
Cuando llegué, ya
estaba ella allí sentada en una mesa y con las bebidas sobre la mesa. Me había
pedido un cubata, y ella bebía una cerveza. Me empezó a contar su vida, cosas
sobre el piso que habían comprado. Yo, sinceramente, casi ni prestaba atención
a lo que me comentaba, quería que fuera al grano directamente, pero ella seguía
hablando sin parar. Estaba hasta los cojones de escucharla, pero pedí otro
cubata y otra cerveza para ella. Con la ayuda del alcohol podría soportar mejor
la surrealista situación, pensé.
Llegados a cierto
punto, conseguí que me dijera por fin lo que quería. Ella me empezó a rogar que
no la despidiera, que intentaría hacer las cosas mejor, que necesitaba el
dinero, que su novio ganaba poco, etc. Yo le dije que estaba dispuesto a darle
una oportunidad, pero no más. Después de un rato nos marchamos y me pidió que
la llevara en mi coche a su casa, a lo que accedí.
Al cabo de unos
minutos de trayecto, cuando recorríamos la solitaria calle de un polígono
industrial, me pidió que parara el coche. Extrañado, paré y de repente, se sacó
las tetas y me pregunta ¿te gustan? Como os podéis suponer, me quedé sin saber
qué decir ni hacer. Acto seguido me dice ¿quieres que te la chupe? Me quedé
mudo, sin reaccionar, y entonces ella, con las tetas por fuera del top que
llevaba, me bajó la cremallera, me sacó la polla y comenzó a mamar.
En condiciones
normales, estoy seguro que mi reacción hubiera sido otra y le hubiera
recriminado su actitud, pero los cubatas que me tomé provocaron que yo me
mostrara pasivo y la dejé hacer. Me estaba comiendo la polla y yo, que me
estaba poniendo a tope, comencé a acariciarle las tetas. Entonces paró y me
propuso ir a mi casa, a lo que accedí también.
Allí en mi casa
la follé como a una puta. Así de claro. Jamás había disfrutado tanto con una
mujer, y mucho menos con una jovencita (tiene 19 años y yo 47). Al
terminar me dijo que si la seguía manteniendo en el puesto, podría follarla
cuando quisiera. Yo, como hombre que soy, y además soltero, acepté. Más tarde,
cuando estaba acostado y pensando en lo que había ocurrido, me arrepentí un
poco, pero seguí adelante con lo pactado.
A partir de
entonces, solíamos quedar una vez por semana aproxidamente para follar. El
cornudo de su novio no se olía nada porque éramos muy cuidadosos. Pero unos
meses después, debido a un recorte de personal que tuve que hacer en la
empresa, no me quedó otro remedio que despedirla. Sin embargo le conseguí
trabajo como limpiadora en la empresa que se dedicaba a limpiar nuestras
oficinas, y nuestra relación continuó. Aunque yo no le hubiera conseguido ese
nuevo trabajo me la hubiera seguido follando, porque yo a ella le gustaba. Se
lo pasaba (y se lo sigue pasando) bien conmigo. Yo follo mucho mejor que su
novio, según ella.
Y nuestra
relación sigue a día de hoy. Nos hemos convertido en una pareja de amantes. Su
novio sigue sin sospechar nada. Ella lo quiere mucho, la relación les funciona
bien, y no lo va a dejar por mí, cosa que yo tampoco deseo, por supuesto.
Lo único que me
incomoda de esta situación es que es la hija de un amigo. De mi mejor amigo.
Pero yo no puedo dejar de follarme a esta putita.
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